viernes, 15 de octubre de 2010

Nadie acabará con los libros

"Fuera del perro, un libro es probablemente el mejor amigo del hombre, y dentro del perro probablemente está demasiado oscuro para leer"
Groucho Marx




"Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mi me enorgullecen las que he leído"
Jorge Luis Borges







En los cincuenta fue “Compra un libro y ganarás un amigo”, en lo sesenta “Papa, queremos un libro”, en los setenta “Un libro ayuda a triunfar”, en los ochenta “Vive leyendo, en los noventaTú que puedes no te lo pierdas” y “Acércate a los libros… y verás” y más reciente “Si tú lees, ellos leen”… Son algunos de los lemas para fomentar la lectura que reflejan mucho de cada época. La nuestra vive la revolución digital, tecnológica y multimedia de Internet y nos plantea incertidumbres sobre el destino del libro y de la lectura tal como hasta ahora la hemos entendido. Es significatico que las últimas campañas institucionales de animación a la lectura ha pasado de la prensa, los carteles y la televisión a Internet para atraer a los jóvenes con lemas como “Leer te lleva más lejos”o ”Leer es vivir muchas vidas”.




Es en este contexto en que podemos valorar el libro que nos ocupa.
Nadie acabará con los libros expresa la voluntad de defender el valor de la lectura del libro impreso como reducto de transmisión de cultura y de experiencia íntima, reflexiva, placentera y comunicativa. Es el título de un libro en el que conversan dos bibliófilos buscadores, coleccionistas e investigadores de libros: Umberto Eco y Jean Claude Carriére. Ambos creen que la revolución digital de los últimos tiempos no tiene por qué significar la desaparición o marginalización del libro, sino que éste seguirá siendo el verdadero y último reducto de los saberes, de la memoria y del conocimiento.

Los avances en las tecnologías de comunicación influyen inevitablemente en la concepción social del libro, abren nuevas perspectivas (por ejemplo en el ámbito de la  edición y comercialización), crean un marco más amplio de posibilidades de lectura a través del hipertexto y los recursos multimedia e influyen en las formas de narrativa literaria –como en su día ocurrió con la radio, el cine o la televisión- pero no ponen en peligro la supervivencia del libro. Ésta es la tesis esencial de los dos primeros capítulos del libro ("El libro no morirá" y "No hay nada más efímero que los soportes duraderos"). Verdaderamente podemos leer muchos libros de tiempos inmemoriales con suma facilidad, pero intentar recuperar el contenido de muchos disquetes, cintas VHS o CD-ROM puede ser ciertamente complicado; esta circunstancia la esgrimen los autores como ejemplo de la rapidez con la que envejecen los nuevos soportes.

“El libro es como la cuchara, el martillo, la rueda, las tijeras. Una vez se han inventado, no se puede hacer nada mejor. El libro ha superado la prueba del tiempo… Quizás evolucionen sus componentes, quizás sus páginas dejen de ser de papel, pero seguirá siendo lo que es”.
Jean-Claude Carrière




Junto al libro amenazado de muerte y destrucción que se plantea en la novela Fahrenheit 451 (Ray Bradbury, 1953), otro hilo del diálogo entre los dos autores nos hace pensar en el libro como reducto de los conocimientos necesarios para la supervivencia de la humanidad o para preservar la memoria colectiva. Es el argumento que plantean algunas películas apocalípticas y de ciencia ficción -por ejemplo El libro de Eli (Albert Hughes, 2010). De este modo, este libro que  habla  de libros nos sugiere, entre otros, la lectura de Historia universal de la destrucción de libros de Fernando Báez (capítulo "La censura del fuego"). Parece oportuna aquí la cita de Heinrich Heine: “Allí donde se queman los libros, se acaba por quemar a los hombres"


 Eco y Carriére conversan sobre la cultura del libro y sobre libros pero  aprovechan para ofrecernos diversas reflexiones sobre la vida, la memoria, la historia, la filosofía, Internet, la educación, la política, la religión… Es un collage de impresiones que puede justificar la crítica de no ofrecer una trama consistente y dispersarse en lo anecdótico y efímero.


Pero la entidad de los autores hace que muchas de sus opiniones y disquisiciones sean extraordinariamente valiosas y sugerentes. Ambos son capaces, pese a todo, de contagiar su pasión por los libros, la lectura y la cultura. Umberto Eco, catedrático de Semiótica de la Universidad de Bolonia y reconocido ensayista ( Obra abierta, Apocalípticos e integrados…) fue capaz de crear un modelo clásico y extraordinario de novela histórica multidimensional (filosófica, de misterio, de terror, policíaca…) con El nombre de la rosa (1980); y Jean Claude Carrière, reputado guionista de los filmes de Buñuel en los 60 y 70 (Belle de Jour, La vía láctea, El fantasma de la libertad, El discreto encanto de la burguesía…) ha elaborado también los guiones de grandes filmes como Danton,. El tambor de hojalata, El regreso de Martin Guerre, Cyrano de Bergerac o Los fantasmas de Goya.




Ambos nos proporcionan un claro ejemplo de cómo más allá de la información bruta se produce el conocimiento como resultado de la germinación de criterios que aplicados sobre la primera permiten seleccionar, analizar y dar sentido a la realidad. Incluso llegan a concluir sobre la necesidad de recuperar todas las estupideces escritas, tan reveladoras como los más inteligentes análisis (En el capítulo Elogio de la estupidez ¿O deberíamos decir de la imbecilidad?) Todo ello puede reflejarse en la anécdota que cuentan sobre la respuesta dada por  Michel Serres a un periodista que le preguntaba sobre la decisión de construir la presa de Asuán. El marino francés (participó en la reapertura del canal de Suez) filósofo y profesor de historia de las ciencias se sorprendía de que se hubiese formado un Comité para la construcción de la mencionada presa que reunía ingenieros y todos tipos de especialistas como constructores e incluso ecologistas pero en el que no había ni un filósofo, ni un egiptólogo. El periodista, perplejo ante su asombro, le preguntó para que serviría un filósofo en un comité de ese tipo. “Habría notado la ausencia del egiptólogo” contestó Michel Serres.
Más adelante también se plantea la imposibilidad de leer todos los libros e incluso llegan a defender la polémica licitud de hablar de los que no se han leído ("Todos los libros que no hemos leído") siempre que hayamos sido capaces de acercarnos por otras vías a su mensaje y contenido.
Desde el punto de vista de historiador, los capítulos que más pueden interesar son los relacionados con el pasado y la memoria ("Citar los nombres de todos los que participaron en la batalla de Waterloo", "Nuestro conocimiento del pasado se debe a cretinos, imbéciles o adversarios" o "Internet o la imposibilidad de la damnatio memoriae").


En definitiva, un libro irregular, pero con sentimiento, erudición y muchas ideas sugerentes, que intenta propagar la convicción sentimental de que el libro no morirá. Que así sea.


Tú que puedes no te lo pierdas"

Próxima lectura: Riña de gatos de Eduardo Mendoza

En Días Como Hoy - 'Riña de gatos: Madrid 1936', la visión de Eduardo Mendoza sobre la Guerra Civil

martes, 12 de octubre de 2010

Manuel Alexandre, actor y amigo


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Fallece Manuel Alexandre y miles de memorias individuales componen la memoria colectiva de un actor que, para los que no tuvimos la fortuna de conocerle más que en la ficción, forma parte esencial de nuestros recuerdos de teatro, cine y televisión. Un secundario de oro, dicen. Pero el recuerdo le convierte en protagonista y construye su imagen (al menos la de las últimas décadas) de abuelo bonachón que inspira cariño y amabilidad, de personaje más allá de sus personajes que nos ofrece su amistad. Como las memorias individuales son frágiles y escurridizas, consulto en Internet Movie Data Base para que me devuelva  las imágenes de tantas obras en las que el entrañable actor dejó su huella, su rostro, su palabra, su entonación peculiar.

Desde 1917 hasta 2010,  casi 93 años han tenido la fortuna de contar con su presencia. Se trata de un miembro de la generación de los abuelos de los  tardíos "babyboomers" con infancia en tiempos revueltos y adolescencia  y juventud de posguerra  años que, para bien y para mal, templaron su temperamento. Una generación de actores y actrices irrepetibles. En 1945 debutó en el teatro y dos años más tarde en el cine y en los sesenta añadió la televisión a su repertorio de intérprete de ficción. Su nombre se une a Fernán Gómez, a Berlanga o a Cuerda entre otros cineastas. La amistad del primero dicen que motivó su carrera artística. Con Berlanga viajó  de Bienvenido Mister Marshall hasta París-Tombuctú, pasando por Plácido. Con Cuerda fue algo más que un secundario en El bosque animado, Amanece que no es poco y La marrana. Álvaro de Luna compartió su amistad hasta el final

Los recuerdos del difunto nonagenario nos llevan al ciclista de  Muerte de un ciclista, al Vicente de Calabuch, uno de los amigos de Calle Mayor, Julián en Plácido, al Benitez de Atraco a las tres, al Roque Freire de El bosque animado, Fray Jerónimo de La marrana, Four Eyes en Madregilda, Don Luis en Fuera de juego, Arsenio el anticuario en Los ladrones van a la oficina, El manco de Incautos, Ricardo en ¿Y tu quien eres? .. y .hasta un reciente Franco en la televisión. Y, no se puede olvidar, el jurado número cinco de Doce hombres sin piedad...

Nosotros sólo tuvimos la suerte de disfrurtar de algunos de esos cientos de personajes que fueron incapaces de ocultar a su intérprete, a la persona que otros conocieron y compartieron. Infinidad de memorias le recordarán. Como suele decirse, hasta siempre Manolo....Aunque todavía nos falta su Epilogo






Gracias por tu amistad





Manuel Vicent no recuerda a Manuel Alexandre

La dignidad de un secundario

Wall, Street, el corazón de las finanzas

En 1987, Oliver Stone nos llevó al corazón de las tinieblas a las entrañas del capitalismo de Wall Street con la historia de Bud Fox (Charlie Sheen) un ambicioso joven agente de Bolsa que acaba consiguiendo trabajar para el magnate especulador Gordon Gekko  encarnado en Michael Douglas (por cierto el padre en la realidad y en la ficción de Charlie, Martin Sheen ya había viajado al horror -en este caso Vietnam- con Coppola en Apocalipse now -1979-) . El lema vital  de Gekko consiste en que la codicia es buena lo  que en la práctica significa competir, aplastar al adversario,ganar enormes sumas de dinero y adquirir el mayor poder posible aprovechando la información privilegiada sin ningún tipo de escrúpulos ni límites morales. Ahora con Wall Street, el dinero nunca duerme (2010), vuelve Gekko en vísperas del comienzo de la crisis que aún vivimos. Sale de la cárcel con la intención de reconciliarse con su hija, consumar su venganza y recuperar su poder y fortuna, tal vez en orden inverso de prioridades. La experiencia vivida por este Gekko maduro que mantiene gran parte de su falta de escrúpulos, le aporta como novedad el valor añadido del tiempo junto al dinero ( el vértigo del paso del tiempo se resume en el arqueológico celular o móvil que le devuelven cuando abandona la cárcel). Los años no perdonan y el tiempo implacable que no puede comprarse perfilan a un personaje que deambula en los límites de una estudiada ambigüedad, como toda la historia  y personajes que aparecen en la película de Oliver Stone. Además del nuevo perfil de Gekko, no acaban de generar empatía ni su hija,  que trabaja en una crítica web llamada La verdad congelada (Carey Mulligan, la vimos en An Education ) ni su novio (Shia LaBeouf) un agente de patentes muy confundido entre sus contradictorias pulsiones de venganza, ambición, preocupación medioambiental y amor. Mejor definidos me parecen "el malo"  Josh Brolin y el corto papel de la inconsciente y derrochadora en el negocio inmobiliario, la  madre del novio, interpretada por la siempre creíble Susan Sarandon. En cuanto a secuencias, tiene varias muy interesantes como el nuevo discurso de Gekko (ahora la codicia es legal) y sobre todo la cena benéfica que representa  una especie de Corte versallesca del poder económico de las finanzas de Wall Street.

El confuso planteamiento de Stone en el filme (¿qué nos quiere contar la pelicula? ¿O sólo se trata de una descripción sin más compromiso que el comercial, de una historia sentimental en  el marco de la crisis económica global  con sugerencia de  final feliz?) se resume en las rudimentarias metáforas de los niños jugando con pomperos y haciendo burbujas de grandes proporciones -comos si los cachorros se estuvieran preparando para los siguientes fenómenos especulativos- y en matizaciones poco novedosas de Gekko como la de que “el dinero no es la vida… pero ayuda a hacerla más feliz y llevadera" al tiempo que convierte el "vil metal" en una prostituta que nunca duerme. Es muy difícil encontrar ironía crítica en un final feliz incomprensible después de lo narrado. Los personajes se odian, se aman y se reconcilian por la magia del guionista y el mito de Gekko se torna en innecesaria aureola divina.

Pero merece la pena aunque sólo sea por la estética, la visión de Nueva York, la banda sonora y porque nos hace pensar, lo que no es poco. Y los títulos de crédito finales - ya con la sala vacia- resumen los motivos icónograficos del film.  Para aprovecharla como recurso cinematográfico interdisciplinar encontraremos alusiones históricas (la crisis de los tulipanes, el crack del 29, la historia inmediata...) y, obviamente, en el ámbito de la Economía de empresas, referencias a las nuevas fuentes de energía, valoraciones éticas y filosóficas, escenarios de Geografía urbana y, si optamos por la VO, un motivo para practicar la comprensión del "prioritario" inglés.

Ficha del filme en IMDB

Reportaje en Días de cine

Trailer del filme




El Wall Street de 1987

domingo, 3 de octubre de 2010

La metáfora del atrapado: de Final escape y La cabina a los mineros chilenos y Buried

La realidad y la ficción se alimentan mutuamente. Los mineros pronto tendrán su película. Vivir bajo tierra  y  Buried






De Buried ya se han buscado sus antecedentes y su  árbol cinealógico. Entre sus antepasados esta Hitchcok y, salvando las distancias, Mercero...

Final escape


La cabina

viernes, 1 de octubre de 2010

The Social Network

"Nadie llega a tener 500 millones de amigos, sin hacer unos cuantos enemigos"



Con este reclamo publicitario se estrena el 15 de octubre la película La red social (web oficial, The social network) de David Fincher (Alien 3, Seven,El club de la lucha, La habitación del pánico, El curioso caso de Benjamin Button) sobre el creador de Facebook, la historia de una idea que está contribuyendo -con efectos aún dificiles de contemplar y analizar- a la globalización de las relaciones humanas.
De momento el filme, viene con un un trailer interactivo, la polémica sobre la fidelidad a la realidad de la representación cinematográfica, a sus dosis de verdad y ficción y de cómo será recibida por el fundador de Facebook, el afortunado y sobradamente preparado joven de Harvard de 26 años Mark Zuckerberg. Ya se habla de una historia oculta

En cualquier caso, será una oportunidad para valorar las aportaciones y limitaciones de las redes sociales como forma de vida y sus repercusiones educativas y psicosociológicas en las nuevas generaciones, especialmente en la generación z, la más reciente, la que nació con Facebook y ocupa actualmente los pupitres escolares.

Filmografía de David Fincher

Historia de Facebook

Sobre historia de las redes sociales

La generación z en los colegios