lunes, 31 de diciembre de 2012

Soñé un sueño

 "Soñé un sueño ya hace tiempo
Cuando había esperanza y vivir valía la pena
Soñé que el amor no moriría nunca
Soñé que Dios perdonaría..."

"I dreamed a dream in days gone by
When hope was high and life worth living
I dreamed that love would never die
I dreamed that God would be forgiving..."

domingo, 23 de diciembre de 2012

Todo el NODO en la Filmoteca de RTVE.

El No-Do (Noticiarios y Documentales), se creó el día 29 de septiembre de 1942 por la dictadura del General Francisco Franco  como un servicio de difusión de noticiarios y reportajes de obligatoria exhibición en los cines de España, posesiones y colonias. Este noticiario servía por un lado de aparato de propaganda del franquismo y por otro de hilo de unión de los españoles con el mundo. Su primera proyección tuvo lugar el 4 de enero de 1943 y así se mantuvo hasta que, en 1975, dejó de ser obligatorio. La producción cesó en 1981. En diciembre de 2012 RTVE.ES y Filmoteca abren estos documentos excepcionales de la historia de la transformación de España a su consulta libre en Internet.
Enlace a la portada del NO-DO en Filmoteca de RTVE


domingo, 16 de diciembre de 2012

Babel


"Toda la Tierra tenía una misma lengua y usaba las mismas palabras. Los hombres en su emigración hacia oriente hallaron una llanura en la región de Senaar y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: «Hagamos ladrillos y cozámoslos al fuego». Se sirvieron de los ladrillos en lugar de piedras y de betún en lugar de argamasa. Luego dijeron: «Edifiquemos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo. Hagámosnos así famosos y no estemos más dispersos sobre la faz de la Tierra».
Mas
Yahveh descendió para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban levantando y dijo: «He aquí que todos forman un solo pueblo y todos hablan una misma lengua, siendo este el principio de sus empresas. Nada les impedirá que lleven a cabo todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros». Así, Yahveh los dispersó de allí sobre toda la faz de la Tierra y cesaron en la construcción de la ciudad. Por ello se la llamó Babel porque allí confundió Yahveh la lengua de todos los habitantes de la Tierra y los dispersó por toda la superficie".

Génesis 11:1-9

File:Pieter Bruegel the Elder - The Tower of Babel (Vienna) - Google Art Project - edited.jpg
La torre de Babel, óleo de Pieter Brueghel el Viejo
Del mismo modo que las principales decisiones que los últimos gobiernos están tomando en materia económica y social se escapan al control de la soberanía nacional, y con hipocresía desvergonzada se justifican con la coartada de que no hay otro camino posible, entiendo que la decisiones que se imponen sobre nuestro sistema educativo escapan también del control del demos, del pueblo. Los valores y requerimientos de cohesión social  con el objetivo de la felicidad y bienestar de los ciudadanos deben ser la búsqueda del bien común –como lugar de intersección de voluntades, necesidades y deseos de las personas-  y garantizar una igualdad de oportunidades que proteja lo colectivo respetando al mismo tiempo las capacidades, competencias, esfuerzos y méritos de cada individuo. En las decisiones políticas que afectan a nuestro sistema educativo echo en falta el sentido común de estas directrices.

Hemos de suponer que nuestra clase política –en el gobierno, en la oposición, en nuestra multiplicidad excesiva de instituciones estatales -ha decidido libremente  asumir la responsabilidad de querer gobernar pero desconfío y dudo que la mayoría tengan en mente los valores de referencia mencionados. En lo que concierne en concreto al diseño y gestión de nuestro sistema educativo lo han convertido más en un territorio de lucha política y defensa de sus ambiciones y cuotas de poder, que en el lugar inevitable para  cimentar la  cohesión social democrática a través de la formación  humanística y científica, el diálogo intergeneracional y la adquisición de competencias para un mundo más justo, libre y sostenible.

El asunto es muy complejo pero me centraré en algunos detalles significativos.

En primer lugar, la sucesión de leyes estatales (con la que se avecina, siete desde 1980, sin contar la de 1970 que estuvo vigente parcialmente hasta 1990) y la disparidad en la aplicación  de las mismas en cada feudo autonómico han generado una inestabilidad permanente en la que es muy difícil consolidar un esfuerzo educativo eficaz en sus diferentes dimensiones de aportar ciudadanos preparados para contribuir al desarrollo social y económico de un país. En cada caso, siempre se ha mencionado la intención de buscar un pacto nacional o un consenso social que permitiera un modelo educativo duradero. Fracaso tras fracaso. Hubiese sido imprescindible, que sin necesidad de ser inmutable, se creará un campo de juego educativo que permitiera, al menos a un medio plazo razonable, un marco común de referencia independiente y compatible con las diferentes premisas ideológicas y valores de los diferentes partidos y grupos que deben convivir en una sociedad plural. Es decir superar, el debate entre el ámbito de lo  público y lo privado. El estado debe garantizar en primer lugar una  enseñanza de calidad como servicio público  y, al mismo tiempo, posibilitar y apoyar la libre iniciativa privada de proyectos educativos. Pero la prioridad es incuestionable y evidente: la educación pública es – junto a la sanidad, la justicia y la seguridad- el pilar del Estado del Bienestar, y la garantía de democracia, libertades, justicia social e igualdad de oportunidades

El ejemplo más claro lo podemos encontrar  en la perversión del debate educativo mediante el tratamiento superficial y demagógico de  asuntos como la enseñanza de la religión o la polémica absurda en relación con los contenidos de la educación para la ciudadanía. Como profesional de la educación me resulta difícil entender como nuestros abnegados políticos no han sido capaces de acordar una integración en el currículo de dos saberes o ámbitos de conocimiento imprescindibles en una enseñanza obligatoria para todos los jóvenes: la enseñanza de la historia de las religiones como un aspecto importante relacionado con el resto de manifestaciones económicas, sociales y culturales de nuestra historia; y la formación en el conocimiento, respeto y valoración crítica de nuestra Constitución y  legislación existente sobre las diferentes dimensiones de nuestra convivencia social: es la única manera de formar a ciudadanos capaces de defenderlas, mejorarlas o cambiarlas a través de la legalidad, el diálogo, el consenso y el respeto a las minorías. Dejemos la fe religiosa o la opción política en el ámbito de la libertad individual.

En segundo lugar, desde mi experiencia docente -dentro del aula- tengo la convicción de que el problema no ha sido la falta de recursos (ni humanos, ni materiales) sino la mala gestión y despilfarro de los mismos debido en gran parte a la falta de un consenso mínimo a nivel estatal y social sobre los objetivos de  la enseñanza pública. En este caso, creo que hay dos asignaturas pendientes. La primera es la relativa a la  falta de criterios básicos en la formación, capacitación, actualización y cualificación del profesorado, sistemas y requerimientos de acceso a la función docente,  y mecanismos de control de calidad educativa de una  manera objetiva que permita una  aproximación sucesiva a un modelo ágil, flexible y capaz de adaptarse a las necesidades y cambios de los nuevos tiempos. La segunda es la falta de diálogo y coordinación entre los diferentes niveles educativos y modalidades  (infantil, primaria, secundaria, universitaria, profesional, de adultos, educación permanente…) creando nuevos feudos (que se superponen a los autonómicos) que diluyen cualquier intento de proyecto educativo integral coherente.

Por último, fruto de la inexistencia de ese proyecto educativo consensuado social y políticamente, hemos asistido a una permanente confusión entre medios y fines. Es el caso de la introducción en el aula, a menudo con improvisación, desorientación y falta de  criterios, de  los recursos audiovisuales en los ochenta y noventa, de las denominadas nuevas tecnologías en el cambio del milenio o ahora del necesario bilingüismo. Estas competencias digitales y lingüísticas son indispensables en el siglo XXI.  No quiero decir que no hayan y estén aportando avances y mejoras al llevarse a las aulas, pero casi siempre con problemas derivados de la errática y caótica forma de aplicarse, con una eficacia muy alejada de lo deseable y, en ocasiones, a costa de sacrificar otros objetivos educativos importantes en lugar de reforzarlos.
 


Centrémonos en la pretensión de avanzar en el bilingüismo en  el que nos hayamos inmersos. Es irrefutable que el aprendizaje y dominio de idiomas diversos (inglés, alemán, francés, chino…y castellano o español)  es una competencia esencial y necesaria  en un mundo globalizado. Por múltiples motivos. Para disfrutar de la creación artística (literaria, cinematográfica…) en versión y espíritu original, para acceder directamente a las vanguardias e investigaciones científicas, para multiplicar las posibilidades de comunicación y acceso al conocimiento (sigue el enlace para ver lo que pasa por no saber inglés).

Pero hay que evitar daños colaterales y no confundir herramientas y finalidades. La clave está en que cualquier propuesta de bilingüismo o multilingüismo para  tener éxito  requiere insertarse en  un proyecto coherente e integral consensuado,  en la  disponibilidad de más  tiempo y recursos,  de la  racionalización de métodos para conseguir aprendizajes eficaces y en  la reflexión sobre la diversidad de objetivos esenciales  que la educación secundaria obligatoria debe ofrecer como servicio público. Esto es necesario para  evitar  absurdas contradicciones, garantizar la mencionada igualdad de oportunidades y cubrir los retos y expectativas en el amplio espectro que va desde los desfavorecidos como de los más capaces. Aquí radica, sin duda, parte de la complejidad de un servicio social tan esencial como es el educativo

Como profesor de Historia y Geografía, materias tradicionalmente relacionadas con las Humanidades pese a su ambiciosa inserción en el ámbito de las Ciencias Sociales, creo en el transconocimiento (que ponga fin al obsoleto debate de ¿Ciencias o Letras?) y en la transversalidad;  en los proyectos educativos interdisciplinares y flexibles; en la mágica conjunción entre los saberes y métodos tradicionales y las innovadoras metodologías que hagan viable la formación presencial reforzada mediante la formación en línea. Es necesario que la cultura libresca tradicional, oral y escrita, sea fecundada por las posibilidades que ofrecen las competencias digitales y que  las estrategias expositivas  multimedia, potencien  la imaginación e indagación creadora, Así la clase magistral renovada debe convivir con  actividades  basadas en el constructivismo y la interrelación de saberes y el trabajo coordinado de los  docentes permitir un mejor conocimiento de la realidad, y una  distinción eficaz entre hechos, ideas, creencias y verdades….

Pero sospecho que esto no preocupa ni a ministros ni a consejeros de educación, ni a  sus valedores y asesores. Prescinden de los profesionales con experiencia real y recurren a los tecnócratas burocratizados de la eterna España oficial.  Renuncian a considerar los matices que conceden calidad a las reformas y  contribuyen a abandonar la demagogia superficial mediante al análisis racional y el sentido común que implica el  consenso de contenidos, valores y principios y estrategias.

Así, de este modo,  proponen modelos bilingües en los que los contenidos de un  área llamada Ciencias Sociales  se impartirán obligatoriamente en inglés a los alumnos teóricamente más aventajados en inglés (¿serán también  los más capaces y competentes en general?). De este modo los contenidos relacionados con la Historia de España (esto ya lo intuía el anterior Jefe de Estado), nuestra geografía y economía e incluso los escasos contenidos que se conceden a conocer nuestra ley de leyes y legislación vigente será en el idioma anglosajón. Ignoro si es un contrasentido más de ignorantes snobs o una maquiavélica decisión decidida desde los profundos resortes de los poderes fácticos para alienar a los alevines de nuestra sociedad (“lejos de nosotros la peligrosa novedad de discurrir, que ha minado por largo tiempo, reventando al fin con los efectos, que nadie puede negar, de viciar costumbres, con total trastorno de imperios y religión” escribieron los profesores de la Universidad de Cervera a su admirado monarca Fernando VII a comienzos del siglo XIX) y convertirles, tal vez, en maleducados bilingües. Los mismos que se apuntan con fervor  a esta nueva Babilonia, hablan de españolizar Cataluña y dicen defender el derecho de los castellano parlantes, menosprecian nuestro verdadero legado cultural (¿histórico complejo de inferioridad? ¿Pragmatismo que se rinde a  la superioridad anglosajona?) y sólo lo defienden  invocando patrias y banderas de conveniencia.

 Aprendamos idiomas sin restar o dificultar otros aprendizajes, sin más daños colaterales. Sólo nos respetarán si somos capaces de respetarnos a nosotros mismos. Imaginemos por un momento centros públicos ingleses, franceses o alemanes explicando su historia, cultura y geografía en español. Creemos ciudadanos políglotas sin sacrificar nuestra filiación, nuestra cultura y el sentido común. Seguro que los expertos conocen métodos de aprendizaje eficaces, seguramente con inmersiones y más tiempo dedicado a  estudiar idiomas. Pero hemos de defender nuestra lengua materna que se deteriora y empobrece por múltiples factores. Si  estudiamos las Ciencias Sociales y las Ciencias Naturales reemplazando el castellano por el inglés. “Desvestir un santo para vestir otro” dice la sabiduría popular. Ambos santos son necesarios: busquemos más tiempo para cada uno. Una Historia del Mundo Contemporáneo en varios idiomas sería maravillosa: leer la declaración de independencia de Estados Unidos en inglés, estudiar la revolución francesa y época napoleónica  con el idioma de Un asunto tenebroso  de Balzac, la revolución industrial con Charles Dickens, los discursos de Bismarck en alemán (Blut und Eisen), las proclamas de  Garibaldi a sus camisas rojas en italiano…o las guerras del opio en el chino de la dinastía Manchú. Pero sólo es posible cuando las circunstancias de la enseñanza secundaria obligatoria posibiliten bachilleratos más cualificados.
 
"El español es hoy por hoy una fuente de riqueza indiscutible cuyo valor tiene su origen en tres factores determinantes. Su potente demografía: es la cuarta lengua más hablada del mundo por detrás tan solo del chino, el inglés y el hindi, y la cifra de hispanohablantes en el mundo se situará en breve en la barrera de los 500 millones; su apreciada funcionalidad: como lengua de comunicación internacional el español ocupa ya un lugar determinante en el escenario internacional al tiempo que abre las puertas del futuro profesional de todos aquellos que la estudian; y su reconocido prestigio cultural: el español es el vehículo idóneo para acceder al rico patrimonio cultural de España e Hispanoamérica; la lengua, en nuestro caso la española, es la puerta de acceso a la producción cultural que se genera en todos los países de habla hispana en cualquiera de sus expresiones: literaria, artística, cinematográfica…"

             El valor de la lengua, Cesar Antonio Molina, director del Instituto Cervantes

 Nuestros alumnos es lo mejor que tenemos y a ellos nos debemos. Mayoritariamente son extraordinariamente maleables, agradables  y receptivos en su diversidad de perfiles, misteriosa complejidad adolescente y multiplicidad de procedencias. Y para afrontar los problemas nos hace falta mucha paciencia, psicología, flexibilidad, comprensión y cualificación. Porque la responsabilidad de que entiendan el valor de la educación  es nuestra:

“La educación es un privilegio que no puede dejarse en manos de los burócratas, de los amantes de las estadísticas y del currículo, de quienes desprecian a los profesores y limitan su autoridad ante los alumnos, los padres y la sociedad en general. En los tiempos en que vivimos, rodeados de ordenadores y tecnología moderna, la información puede adquirirse sin demasiada dificultad. La educación necesita mucho más, aunque en España todavía no nos hayamos enterado”