miércoles, 4 de enero de 2012

Los valores morales del bien común


"El bien común es la piedra angular de cualquier sociedad que se proponga evitar tanto el egoísmo individual como los males del Super-Estado que los totalitarios de derecha o de izquierda ponen por encima de la persona y ante el cual solo cabe ponerse a temblar. (…) El reino del hombre no es el estrecho y angustioso territorio de su Yo, ni el abstracto dominio de la colectividad, sino esa región intermedia en que suceden el amor y el arte, el diálogo y la comprensión, el trabajo en común. Eso es lo que hemos perdido, por lo menos en los países hiperdesarrollados".

Ernesto Sábato


La Ciencia ya no aparece en el nombre de ningún ministerio y se esconde tras la economía y la competitividad. Bajan las matriculaciones de coches en un 17% al tiempo que la venta de coches de lujo se incrementa un 83%. Dicen que el objetivo de la política económica tiene que ser recuperar la potencialidad de crecimiento del país ¿crecer hacia dónde? 

Sería urgente que la críptica y veces vacía jerga económica se tornara sencilla y sincera para no estar sólo en manos de unos iniciados que la utilizan sólo para sus intereses. Desaparecen revistas culturales de calidad que recibían ayudas de fundaciones bancarias por imperativos de austeridad mientras sus directivos reciben millonarias retribuciones: al mismo tiempo que aumentan impuestos, se congelan salarios y reducen gastos sociales se publican sueldos de financieros superiores a los dos millones de euros anuales. Ahora que se había conseguido una televisión pública de calidad –basta echar un vistazo a la 2 o a la página web de RTVE- se cercenan sus posibilidades de futuro recortando su financiación, al tiempo que mediocres televisiones autonómicas sobreviven como instrumento de adoctrinamiento al servicio del poder.

Sigue la sangría del desempleo y muchas familias agotan dramáticamente su derecho a recibir una prestación mientras los teóricos se despistan en debatir sobre si la salida a la crisis está en hacer caso a Hayek o Keynes, si la prioridad es abordar el déficit y la deuda mediante austeridad fiscal, privatizaciones y “flexibilización” laboral y de mercados o utilizando el estado como impulsor de la economía. Lo que sabemos –nos lo repiten cada día- es que los mercados gobiernan en mundo –véase Inside job o Margin Call, documental y ficción mostrando la realidad- y los estados y gobiernos están la servicio de poderes intangibles e incomprensibles.

Los ricos son más ricos, los pobres más aún, la cohesión social se desintegra al tiempo que las clases medias se proletarizan y los trabajadores pierden derechos ganados hace decenas de años. Tal vez sea menor el abismo de desigualdad entre países pero se acrecienta entre personas y grupos sociales Los estados convertidos en instrumentos de dominación al servicio de los poderosos –Marx- son gobernados por incompetentes o tecnócratas – a veces ambas cosas al mismo tiempo- que gestionan desde criterios economicistas y sin prioridades éticas. Se nos muere el Estado del bienestar -Algo va mal dice Tony Judt- aunque hemos de reconocer que lo construimos cuando éramos los dueños del mundo y el progreso occidental pudo consolidarse a partir de su superioridad tecnológica y sobre la sangre derramada por el colonialismo y el neocolonialismo.

Hoy Europa empequeñecida agoniza ante la frescura de los emergentes que apabullan con bajos costes salariales, riqueza de recursos enérgéticos y creciente competencia tecnológica amenazando al monopolio secular europeo-estadounidense-occidental. Y al otro lado del Atlántico, poderosos bancos comerciales y de inversión creadores de grandes fortunas y remuneraciones a través de la especulación improductiva y fraudulenta distribuyen miles de millones de dólares en gratificaciones pocos meses después de ser rescatados con el dinero de los contribuyentes

¿Dónde queda la ética y el bien común? En palabras de Keynes, seríamos capaces de apagar el sol y las estrellas porque no dan dividendos. Hace falta un proyecto de regeneración que recupere los valores morales imprescindibles para el gobierno de las cosas y que sepa conjugar de manera equilibrada libertad, igualdad, seguridad y sostenibilidad. Pero eso es ya otra historia…