"Mi nacimiento no me vincula a un único rincón. El mundo entero es mi patria"
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SÉNECA, Lucio Anneo |
"Soy independentista catalán. Y eso que ni he nacido ni vivo en Cataluña. Pero estoy a favor de su independencia. Prefiero una Cataluña independiente a que me sigan dando la matraca españolistas y catalanistas con sus banderas. Por más que lo intento, no soy capaz de comer banderas, no me las trago..."
Así empieza un artículo de Javier Gallego en el que queda claro que ni la justicia social, ni la libertad, ni la igualdad, ni los sentimentos tienen patria, ni bandera, sino que son patrimonio de cualquier ciudadano dispuesto a luchar contra la pobreza, que se sienta solidario con lo que denominamos Humanidad y orgulloso de su compleja y diversa condición humana irreductible a la limitada y banal identidad nacional.
No puede haber verdadera libertad política sin igualdad económica y sólo podemos ser verdaderamente libres cuando todos los seres humanos que nos rodean, hombres y mujeres, son igualmente libres afirmaba Bakunin. Frente al nacionalismo me atrevo a postular la ciudadanía global y el cosmopolitismo que desde los estoicos a Kant y Bertrand Russell sólo puede sobrevivir más allá de las fronteras.
El nacionalismo fue en su momento originario un sentimiento de lucha por la libertad de los ciudadanos que querían ser libres frente a los tiranos del absolutismo para convertirse posteriormente en la coartada de las clases dominantes para justificar su poder, manipular conciencias, engendrar guerras y hacer negocios. Para pensar sobre todo esto es recomendable volver a ver Senderos de gloria, la película de Kubrick en la que unos generales deciden desde sus lujosos palacios de retaguardia los destinos de sus soldados que serán sacrificados y humillados en la guerra, en las trincheras, en los pelotones de fusilamiento. Puede que el patriotismo sea el "último refugio de los cobardes" al que se refería Samuel Johnon, y que sólo sirva para que ciertos manipuladores privilegiados oculten las divisiones, egoísmos y miserias de sí mismos y de su sociedad para proyectarlos en un enemigo exterior y afianzar su posición dominante.
"No permitáis que la ambición se burle del esfuerzo útil de ellos
De sus sencillas alegrías y oscuro destino;
Ni que la grandeza escuche, cono desdeñosa sonrisa
los cortos y sencillos hechos de los pobres.
El alarde de la heráldica, la pompa del poder y todo el esplendor,
toda la abundancia que da,
espera igual que lo hace la hora inevitable.
Los senderos de la gloria no conducen sino a la tumba".
Thomas Gray (1716 - 1771)