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sábado, 27 de octubre de 2012

Gutiérrez Menoyo, Bertolt Brecht y los verdaderos protagonistas de la historia

Fidel Castro con Gutiérrez Menoyo (en el centro), en 1959. El tercer personaje que está al lado de Menoyo tal vez sea el norteamericano William Morgan, posteriormente fusilado en Cuba en 1961, por ser un presunto agente de la CIA.
Una recomendación para debatir sobre la revolución cubana: la polémica entre el cantautor cubano Silvio Rodríguez y el opositor anticastrista en el exilio Carlos Alberto Montaner que tuvo lugar en 2010

La auténtica historia sería aquella que incluyera la de  todos los individuos que la hacen. Dada la imposibilidad de tal empresa, el historiador selecciona. Luego el divulgador simplifica. Los gobernantes manipulan y al pueblo se le obliga o enseña a olvidar o se le condena a la ignorancia . En este proceso  de recreación del pasado desaparecen los verdaderos protagonistas históricos que sólo los grandes investigadores y sensibles creadores (artistas, escritores, cineastas) nos devuelven a través de los relatos que muestran el universo infinito de la intrahistoria, de las emociones vividas. Es esta la historia que recupera La belleza y el dolor en la batalla  un libro que recoge  fragmentos de la Gran Guerra para hacer algo más que una historia tradicional de los años en los que comienza el corto siglo XX al que se refería el difunto Eric Hobswam. Antes de que una vorágine de libros inicie una abrumadora e inabarcable revisión bibliografica motivada por el fetichismo de la celebración y de la efémeride (2014, cien años después) conviene leer este libro cuyo espíritu nos transmite Peter Englund:
 
"Es este un libro sobre la Primera Guerra Mundial. No es, sin embargo, un libro sobre qué fue esa guerra —es decir, sobre sus causas,su progreso, su final y sus consecuencias—, sino un libro sobre
cómo fue. Lo que el lector encontrará aquí no son tanto factores como personas, no tanto procesos como impresiones, vivencias y estados de ánimo. Lo que he intentado reconstruir, más que el curso
de unos acontecimientos, es un universo emocional."

En éste, como en otros tantos libros y películas (no dejo de mencionar El árbol de los zuecos de Ermanno Olmi, 1978) está historia vital de los individuos que componen el pueblo, los hacedores de la historia a los que dedicó Brecht sus versos de "Preguntas de un obrero ante un libro":


Tebas, la de las Siete Puertas, ¿quién la construyó?
En los libros figuran los nombres de los reyes.
¿Arrastraron los reyes los grandes bloques de piedra?
Y Babilonia, destruida tantas veces,
¿quién la volvió a construir otras tantas? ¿En qué casas
de la dorada Lima vivían los obreros que la construyeron?
La noche en que fue terminada la Muralla china,
¿a dónde fueron los albañiles? Roma la Grande
está llena de arcos de triunfo. ¿Quién los erigió?
¿Sobre quiénes triunfaron los Césares? Bizancio, tan cantada,
¿tenía sólo palacios para sus habitantes? Hasta en la fabulosa Atlántida,
la noche en que el mar se la tragaba, los habitantes clamaban
pidiendo ayuda a sus esclavos.
El joven Alejandro conquistó la India.
¿El sólo?
César venció a los galos.
¿No llevaba consigo ni siquiera un cocinero?
Felipe II lloró al hundirse
su flota. ¿No lloró nadie más?
Federico II ganó la Guerra de los Siete Años.
¿Quién la ganó, además?
Una victoria en cada página.
¿Quién cocinaba los banquetes de la victoria?
Un gran hombre cada diez años.
¿Quién paga sus gastos?
Una pregunta para cada historia.



Bertolt Brecht, 1934 en Historia del almanaque, 1939

 







A veces ni siquiera los protagonistas que vivieron la historia en primera fila entran en los libros de historia cuando caen en el olvido de los vencedores o de la historia convencional. Los medios de comunicación recuperan ahora la memoria de Eloy Gutiérrez Menoyo, comandante Menoyo, madrileño, español y cubano recientemente  fallecido  en La Habana y  cuya vida simboliza todas las contradicciones de la revolución cubana y de su historia hasta el siglo XXI. Busquemos su nombre en algún manual de Historia junto a Castro y Guevara y si no lo encontramos leamos el testamento que entregó a su hija durante su enfermedad:

"El año 1959 registró un acontecimiento que parecía marcado por la poesía: la Revolución Cubana. De aquella Revolución, esparcidos por la isla y por el mundo, quedan hoy restos dolorosos de un naufragio. En el 2003 regresé a Cuba. Enemigo en un tiempo del Estado cubano y percibido así oficialmente, intentaba una actividad pacífica que fecundara a favor de un espacio político. Durante años, desde el exilio en visitas puntuales a Cuba, habíamos dialogado con este gobierno con vista a una apertura política. Con el país hecho añicos, sin el socorro de la desaparecida esfera comunista, no le quedaba a Cuba otra salida que no fuera el cambio.
Así se lo manifesté a Fidel Castro en nuestros encuentros que consideré breves pero sustantivos. Sin embargo, desde mi llegada sorpresiva, no se me ha extendido el carnet de identidad ni se me ha otorgado el espacio político que se discutió en un tiempo. Es cierto que se ha tolerado mi presencia pero ello ha ocurrido bajo el ojo orwelliano del Estado que se ha preocupado por observar de cerca a nuestra militancia.

En el tiempo que he pasado aquí, he visto también la destitución de sus cargos de algunos de los funcionarios oficiales que compartieron conmigo y otros activistas de Cambio Cubano, no sólo la preocupación por los problemas que asolan a nuestro pueblo, sino también la urgencia de producir la necesaria apertura política. Esa apertura política traería consigo grandes transformaciones que se hacen impostergables y para las cuales no faltó en los momentos de nuestras conversaciones cierto estímulo alentador por parte del más alto liderazgo de este país.
Hoy día, sin perder mi fe en el pueblo cubano, denuncio que aquella empresa, llena de generosidad y lirismo, que situaría de nuevo a Cuba a la vanguardia del pensamiento progresista, ha agotado su capacidad de concretarse en un proyecto viable.
Comparto esta realidad con los mejores factores del pueblo cubano, estén en el gobierno, en sus depauperadas casas o en el exilio, y asumo la responsabilidad de este tropiezo a la vez que me reafirmo en las ideas que en su inicio suscitaron la admiración de amplios sectores cubanos e internacionales. Hago esta declaración en medio también de un diagnóstico médico en lo que va menguando mi salud personal. Asumo la responsabilidad de esta batalla y no me amedrenta el hecho de que algunos puedan calificarla de fracaso. La voluntad de perpetuarse en el poder de Fidel Castro ha podido en este caso más que la fe en la posible renovación de los mejores proyectos cubanos desde fecha inmemorial. ¿Cuál es la Cuba a la que me enfrento hoy en medio de mi enfermedad? Es una Cuba desolada en la que el carácter ético del proceso de 1959 se ha hecho inexistente. El ciudadano ha ido perdiendo consciencia de sí mismo: se resiste aunque a veces no lo exprese y la juventud se sustrae y convierte el deseo de escapar en una obsesión desmesurada. Grandes sectores de la gente de a pie ya sabe de memoria que esta revolución ya no tiene sentido moral. El cubano ha ido perdiendo su esencia. Sobrevive en la simulación y en ese extraño fenómeno del doble lenguaje. Las estructuras son irracionales. La extranjerización de la economía se monta precariamente sobre una fórmula absurda y desbalanceada que excluye el protagonismo y la iniciativa nacional.
El gobierno que pregonó ser del pueblo y para el pueblo no apuesta por la creatividad y la espontaneidad nacional y el sindicalismo brilla por su ausencia.
Me ha tocado vivir de cerca la ardua faena de intentar hacer oposición en este país. He sido firme en mi posición independentista y en mi llamado a marcar distancia de cualquier proyecto vinculado a otros gobiernos. Pero el gobierno cubano ha sido tenaz en su minuciosa labor de hacer invisible a la oposición, a la que se coacciona y cohíbe de movilizarse y no se le permite insertarse en las áreas importantes de las comunicaciones o la legislación.
¿Cómo indemnizar a un país a 50 años de disparates contra su ciudadanía? ¿Cómo se indemniza a un pueblo de tantos daños directos contra la colectividad y el ciudadano? ¿Cómo se le indemniza de los errores por consecuencia?
El gobierno cubano no deja duda de su incapacidad de crear progreso. Como resultado de esta realidad el cubano deambula sus calles como un ciudadano disminuido, inquieto, triste e insolvente. En la mentalidad de los que se aferran del poder a toda costa ese ciudadano es el modelo y candidato perfecto a la esclavitud. La constitución no funciona. El sistema jurídico es una broma. La división de poderes no es siquiera una quimera. La sociedad civil es, como el progreso, un sueño pospuesto por medio siglo.
¿Burla la justicia la madre desesperada que busca leche para su hijo en la bolsa negra? Hace unos 60 años, Fidel Castro se dirigió a un magistrado, en medio de una dictadura pero con prensa libre como testigo, y explicó que si se le acusaba por uso de fuerza militar revolucionaria, ese agravio, ese desacato a la ley, y aquella querella oficial contra él, debían ser desestimados ya que el gobierno existente era producto ilícito de un golpe de estado. Aquella lógica, inexpugnable y cierta, podría aplicarse hoy día, en nombre de la oposición para decir que el gobierno cubano hace un grosero uso del poder absoluto y que su consolidación a perpetuidad es una intolerable disposición testamentaria. Se usaría bien aquel planteamiento de Fidel ante un magistrado para decir que nadie puede hacerse custodio eterno de un país ni llevar adelante una meticulosa empresa de abolir la realidad y de paralizar el avance. También se me ocurriría preguntar dónde está la dirección originaria del proceso por el que murió mi hermano Carlos o cuándo terminará la desazón de sentir que el futuro está hipotecado. Durante 50 años de destreza política y control policiaco el cubano ha sido un verdadero héroe de la subsistencia dentro de un laberinto dialéctico. Ha manejado el desencanto y el extravío y el desdoblamiento y la fatiga. ¿Qué tiene de nuevo que decirle este gobierno a ese cubano acerca de su destino incierto? Según los médicos, mi diagnóstico es irreversible. Voy sintiendo que cada día será más opaco y a la vez más cierto en la brevedad de mi destino. No temo el diagnóstico que parece ser una ruta y la caminaré con calma y con esperanza en el futuro de Cuba, esta tierra de hombres y mujeres inigualables. Quisiera decir que me reitero en las ideas que alentaron en mí y en mis hermanos mis padres generosos; ni tamizo ni renuncio a mi vinculo con la socialdemocracia, una vinculación que es, cada vez más, a partir de la visión incluyente de la historia; las posibilidades de éxito de cualquier visión política se engrandecen o achican a partir de la generosidad y el sentido de compromiso colectivo, la capacidad de acuerdo de sus portadores.
Si ofendí a alguien, si los fantasmas de las diferentes contiendas me tentaron a faltarle a la generosidad, pido benevolencia, al igual que olvido a quienes pudieron haberme juzgado de manera apresurada hoy reflexiva. Creo haber servido a Cuba en diferentes etapas por encima de los errores de mi autenticidad, de cualquier falta de visión de mi parte o de cualquier terquedad en el camino. Durante la revolución, creo haber sido una voz de humanismo que se manifestó quizá mejor en el sentido de oponerme a los fusilamientos. Haber vivido en mi infancia la guerra civil española me había preparado para intentar al menos el dominio de las pasiones. No creo haber sido de los que permitieron el reverso del sueño que acabó en convertirse en la peor pesadilla. Alguien podría interpretar este documento como un lamento pesimista. Sin embargo, no es ese su propósito como no va en él ninguna forma de cólera aunque me haga eco de estos duros quebrantos de la familia cubana a la que me uní desde mi niñez al llegar a Cuba como miembro de una familia de exilados españoles republicanos. Mi optimismo se basa en la fuerza telúrica de esta isla; en la ternura infinita de la mujer cubana; en el poder de innovación de su gente más sencilla. La herencia de perdurabilidad de la Nación cubana resistirá todos los ciclones de la Historia y a todos los dictadores. Varela es más que una seña. Maceo es más guía que guerrero admirable. Martí no es una metáfora. La suerte llegará. Cuando el último cubano errante regrese a su isla. Cuando el último joven nacido en Madrid, en Miami o en Puerto Rico se reconozca en la isla. Cuando sanen las heridas y desaparezca el dolor habrá un pueblo que tendrá cautela de celebrar su nueva dicha y de cuidarse de magos iluminados y de proyectos mesiánicos. Porque, no importa cómo, la suerte llegará: delgada, silenciosa y frágil como una mariposa llena de júbilo, como una señal para este pobre pueblo que merece algo mejor. Yo sé que habrá una mariposa que se posará en la sombra. Me habría gustado poderle decir que habría querido dar más; acaso ella habría entendido que sólo pude dar mi vida y que tuve el privilegio de ser parte de esta isla y de este pueblo." 

Y como contrapunto y complemento poético el testamento musical de Silvio Rodríguez que de alguna manera podríamos dedicar la propio "gallego Menoyo" resumiendo la grandeza y  miseria de las revoluciones reflejo tal vez  de la  fragilidad y debilidad de la condición humana sumida en las contradicciones de sus dioses y demonios, entre ser "pata animal o alada planta de mercurio":

"Como la muerte anda en secreto
y no se sabe qué mañana,
yo voy a hacer mi testamento,
a repartir lo que me falta
pues lo que tuve ya está hecho,
ya está abrigado, ya está en casa.
Yo voy a hacer mi testamento
para cerrar cuentas soñadas.

Le debo una canción a la sonrisa,
a la sonrisa de manantial, esa que salta:
le debo una canción a toda prisa
para que quede que estuvo cerca, agazapada.

Le debo una canción a lo que supe,
a lo que supe y no pudo ser más que silencio:
le debo una canción, una que ocupe
la cantidad de mordazamor de un juramento.

Les debo una canción a los pecados,
a los pecados que no gasté, los que no pude:
les debo una canción, no como hermano,
sólo de sal que el delectador también alude.

Le debo una canción a la mentira,
a la mentira pequeña, frágil, casi salva:
le debo una canción endurecida,
una canción asesina, bruta, sanguinaria.

Le debo una canción al oportuno,
al oportuno mutilador de cuanta ala:
le debo una canción de tono oscuro
que lo encadene a vagar su eterna madrugada.

Le debo una canción a las fronteras,
a las fronteras humanas, no a las del misterio:
les debo una canción tan poco nueva
como la voz más elemental de los colegios.

Le debo una canción a una bala,
a un proyectil que debió esperarme en una selva:
le debo una canción desesperada,
desesperada por no poder llegar a verla.

Le debo una canción al compañero,
al compañero de riesgos, al de la victoria:
le debo una canción de canto nuevo,
una bandera común que vuele con la historia.

Le debo una canción, una, a la muerte,
una a la muerte voraz que se comerá tanto:
le debo una canción en que hunda el diente
y luego esparza con la explosión fuegos del canto.

Le debo una canción a lo imposible,
a la mujer, a la estrella, al sueño que nos lanza:
le debo una canción indescriptible
como una vela inflamada en vientos de esperanza.




miércoles, 18 de mayo de 2011

Una democracia verdadera



Por el pájaro enjaulado.
Por el pez en la pecera.
Por mi amigo, que está preso
porque ha dicho lo que piensa.
Por las flores arrancadas.
Por la hierba pisoteada.
Por los árboles podados.
Por los cuerpos torturados
yo te nombro, Libertad.
Por los dientes apretados.
Por la rabia contenida.
Por el nudo en la garganta.
Por las bocas que no cantan.
Por el beso clandestino.
Por el verso censurado.
Por el joven exilado.
Por los nombres prohibidos
yo te nombro, Libertad.
Te nombro, en nombre de todos,
por tu nombre verdadero.
Te nombro y cuando oscurece,
cuando nadie me ve,
escribo tu nombre
en las paredes de mi ciudad.
Escribo tu nombre
en las paredes de mi ciudad.
Tu nombre verdadero,
tu nombre y otros nombres
que no nombro por temor.
Por la idea perseguida.
Por los golpes recibidos.
Por aquel que no resiste.
Por aquellos que se esconden.
Por el miedo que te tienen.
Por tus pasos que vigilan.
Por la forma en que te atacan.
Por los hijos que te matan
yo te nombro, Libertad.
Por las tierras invadidas.
Por los pueblos conquistados.
Por la gente sometida.
Por los hombres explotados.
Por los muertos en la hoguera.
Por el justo ajusticiado.
Por el héroe asesinado.
Por los fuegos apagados
yo te nombro, Libertad.
Te nombro, en nombre de todos,
por tu nombre verdadero.
Te nombro y cuando oscurece,
cuando nadie me ve,
escribo tu nombre
en las paredes de mi ciudad.
Escribo tu nombre
en las paredes de mi ciudad.
Tu nombre verdadero,
tu nombre y otros nombres
que no nombro por temor.
Yo te nombro,
Libertad.

Nacha Guevara



De Playing for change por un mundo mejor a Democracia real ya cierta esperanza e ilusión alienta nuestra indignación casi siempre silenciosa, solitaria, impotente, verbal y frustrada. De repente algo se mueve y merece una oportunidad. Tengo en mis manos dos libritos que en parte pueden ser inspiradores o tal vez reflejo de estos movimientos asamblearios, espontáneos que a través de las redes sociales se alimentan y están  tomando la calles pacíficamente:  Indignaos y Reacciona. Muchas ideas y razones para que jóvenes y ciudadanos en general no renuncien a informarse, responsabilizarse y actuar  frente a los atropellos y la injusticia y contra la indiferencia o el consumismo de un sistema del que se aprovechan unos pocos.  Lástima que ambos libros lleven un copyright amenazador que prohibe su distribución sin permiso porque se trata de una oportunidad perdida de que los autores mostraran la coherencia entre forma y fondo que tanta sinceridad y honestidad aporta a las creaciones intelectuales superando la mercantilización de la cultura. En este caso podrían haber optado por la libre distribución a través de los canales que las nuevas tecnologías proporcionan. Para predicar con el ejemplo.

Lo cierto es que entre las escasas fisuras de  la perplejidad y escepticismo que provoca la observación de la realidad nacional e internacional que nos abruma y acecha, las noticias de movilización pacífica y ciertas mesuradas palabras de reivindicación de libertad y justicia social  infunden algo de optimismo e ilusión. Cuando la juventud se aleja  (o nos alejamos de ella) y se da por perdida cualquier capacidad para mejorar el mundo (a uno mismo, a nosotros) emociona volver a creer que podemos sacar algo mejor de la naturaleza humana . Que la miserable realidad existente tal vez no sea inamovible; que los recurrentes fracasos de las revoluciones históricas no están condenadas a la misma deriva de fatal traición a sus objetivos primigenios; y que, tal vez no siempre se salgan con la suya, los hipócritas y aprovechados explotadores que han vendido su alma al capital  (a sabiendas o por ignorancia egoísta, como promotores, subalternos o voceros ) ocultándose en la coartada del mercado, acaparando el poder en su beneficio, impunes ante la alienación de casi todos. Hace falta una democracia verdadera, otra sociedad y una regeneración de la necesaria política recuperando los principios y valores éticos que desde el espíritu de la  Ilustración  han viajado creciendo, ampliándose y encarnándose  en  varias generaciónes de derechos declarados y propuestos a lo largo de los siglos XIX y XX. Pero a todos los que en esta fechas se indignen y reaccionen, les diría que si estamos dispuestos a luchar por un mundo mejor, miremos más allá de nuestro ombligo y evitemos volver a construir nuevos estados  de bienestar sobre la miseria y explotación de la inmensa mayoría de la humanidad. Si queremos recuperar un estado social (una convivencia social más justa) miremos hacia un horizonte más amplio y universal. Y echemos algo de imaginación. Los partidos políticos, instituciones y agentes sociales tradicionales  estan anquilosados, obsoletos y deben refundarse o desaparecer. 
¿Tiempo de ilusiones? No es nada fácil,por la capacidad del sistema de engullir y abducir a sus adversarios. La realidad es muy compleja y los intereses creados muchos frente a la frágil naturaleza humana. Suponiendo que exista algo que designe tal nombre. En cualquier caso, suerte.

La hoguera y las cenizas

Los sábados de Islandia

Por qué tiene éxito el movimiento 15 M

La chispa del movimiento 15 M

Algunas reivindicaciones concretas

Democracia real en Facebook

Los virales de la spanishrevolution

Democracia soñada

¿Qué quiere el 15M?

Doce canciones de cambio










EL MANIFIESTO

MANIFIESTO “DEMOCRACIA REAL YA”

Somos personas normales y corrientes. Somos como tú: gente que se levanta por las mañanas para estudiar, para trabajar o para buscar trabajo, gente que tiene familia y amigos. Gente que trabaja duro todos los días para vivir y dar un futuro mejor a los que nos rodean.
Unos nos consideramos más progresistas, otros más conservadores. Unos creyentes, otros no. Unos tenemos ideologías bien definidas, otros nos consideramos apolíticos… Pero todos estamos preocupados e indignados por el panorama político, económico y social que vemos a nuestro alrededor. Por la corrupción de los políticos, empresarios, banqueros… Por la indefensión del ciudadano de a pie.
Esta situación nos hace daño a todos diariamente. Pero si todos nos unimos, podemos cambiarla. Es hora de ponerse en movimiento, hora de construir entre todos una sociedad mejor. Por ello sostenemos firmemente lo siguiente:
  • Las prioridades de toda sociedad avanzada han de ser la igualdad, el progreso, la solidaridad, el libre acceso a la cultura, la sostenibilidad ecológica y el desarrollo, el bienestar y la felicidad de las personas.
  • Existen unos derechos básicos que deberían estar cubiertos en estas sociedades: derecho a la vivienda, al trabajo, a la cultura, a la salud, a la educación, a la participación política, al libre desarrollo personal, y derecho al consumo de los bienes necesarios para una vida sana y feliz.
  • El actual funcionamiento de nuestro sistema económico y gubernamental no atiende a estas prioridades y es un obstáculo para el progreso de la humanidad.
  • La democracia parte del pueblo (demos=pueblo; cracia=gobierno) así que el gobierno debe ser del pueblo. Sin embargo, en este país la mayor parte de la clase política ni siquiera nos escucha. Sus funciones deberían ser la de llevar nuestra voz a las instituciones, facilitando la participación política ciudadana mediante cauces directos y procurando el mayor beneficio para el grueso de la sociedad, no la de enriquecerse y medrar a nuestra costa, atendiendo tan sólo a los dictados de los grandes poderes económicos y aferrándose al poder a través de una dictadura partitocrática encabezada por las inamovibles siglas del PPSOE.
  • El ansia y acumulación de poder en unos pocos genera desigualdad, crispación e injusticia, lo cual conduce a la violencia, que rechazamos. El obsoleto y antinatural modelo económico vigente bloquea la maquinaria social en una espiral que se consume a sí misma enriqueciendo a unos pocos y sumiendo en la pobreza y la escasez al resto. Hasta el colapso.
  • La voluntad y fin del sistema es la acumulación de dinero, primándola por encima de la eficacia y el bienestar de la sociedad. Despilfarrando recursos, destruyendo el planeta, generando desempleo y consumidores infelices.
  • Los ciudadanos formamos parte del engranaje de una máquina destinada a enriquecer a una minoría que no sabe ni de nuestras necesidades. Somos anónimos, pero sin nosotros nada de esto existiría, pues nosotros movemos el mundo.
  • Si como sociedad aprendemos a no fiar nuestro futuro a una abstracta rentabilidad económica que nunca redunda en beneficio de la mayoría, podremos eliminar los abusos y carencias que todos sufrimos.
  • Es necesaria una Revolución Ética. Hemos puesto el dinero por encima del Ser Humano y tenemos que ponerlo a nuestro servicio. Somos personas, no productos del mercado. No soy sólo lo que compro, por qué lo compro y a quién se lo compro.

Por todo lo anterior, estoy indignado.
Creo que puedo cambiarlo.
Creo que puedo ayudar.
Sé que unidos podemos.
Sal con nosotros. Es tu derecho.


La ironía de Miguel Brieva



domingo, 13 de marzo de 2011

Ispansi, españoles


Ispansi es la segunda película del actor y ahora director Carlos Iglesias. Trata sobre los niños que durante la guerra civil española fueron llevados a Rusia huyendo del conflicto fraticida. Pero es más que eso. Es un relato sobre nuestra Historia inmediata (aunque cada vez lo es menos, poco a poco se aleja o mejor dicho, somos nosotros los que nos  distanciamos), una historia de amor -el amor siempre está por encima de las ideologías- un ejercicio de memoria histórica dedicada a los vencidos, un reflejo de las contradicciones sociales que nos llevaron al desastre, una llamada a la necesidad de recordar a nuestros padres y abuelos, una propuesta de reconciliación y una forma de decir a las nuevas generaciones que sólo entenderemos y mejoraremos nuestro presente si conocemos y aceptamos nuestro pasado. Por supuesto es imposible que convenza a todos ni desde el punto de vista cinematográfico ni de sus contenidos. Pero más allá de sus posibles virtudes y defectos  es una película muy interesante.


Ispansi nos habla de historias que pudieron ser, que fueron y que reflejan las contradicciones de los que se enfrentaron en el drama/tragedia de la guerra de España. Un relato, una historia vivida –desde 1930 a 1975-contada desde la perspectiva de los vencidos, encarnados en el personaje de Álvaro (Carlos Iglesias) y sus compañeros de viaje. Dice el director que en la película los niños de la guerra exiliados son una excusa para hablar de los adultos que los acompañaron y de las dos Españas (que seguramente fueron más de dos, me permito añadir). Si en su anterior y primera película hace un homenaje a su padre como emigrante español de los sesenta, en Ispansi, el homenaje es a la memoria de los exiliados perdedores, "a los que no volvieron". Muchos tuvieron siempre las maletas sin deshacer con la ilusión de volver a España, cuenta José de Felipe hijo de exiliados que participa en la película. En cuanto a los personajes, el más complejo, interesante y mejor perfilado tal vez sea el de Paula/Beatriz: su viaje a Rusia se convierte también en un viaje interior en que las circunstancias cambian el destino para el que había sido educada y es una metáfora de todas las contradicciones de aquellos tiempos revueltos. La película es recomendable verla, a ratos es magnífica y emocionante y está muy bien ambientada y contada. Hay que valorarla -entendiendo las limitaciones y dificultades que siempre supone el reto de representar el pasado- como un ejercicio de lícita memoria (personal e histórica) con la intencionalidad manifiesta de sus autores de buscar una reconciliación necesaria y sólo posible desde la distancia en el tiempo*. Carlos Iglesias dice que ha hecho esta película pensando en sus hijos, para despertar su interés por que quieran saber más acerca nuestro pasado. Supongo que al menos esto último lo habrá conseguido. Un saludo.


Página web de Ispansi ...donde las dos Españas se dan la mano









 La película es técnicamente impecable y sirve para acercarse a otros  aspectos históricos concretos -muchos sólo aparecen insinuados- como la percepción del estalinismo desde la experiencia de los exiliados, la representación de los nazis, la aproximación a los estereotipos comunista y falangista y en general de las "dos Españas" -interesante la interpretación y el papel de Iñaki Guevara como el hermano falangista de la protagonista-, las responsabilidades de la guerra...

Para saber más...

Niños de Rusia, su historia

Los niños de Rusia (Jaime Camino 2001)

Estudio sobre Los niños de Rusia

La emigración forzada, artículo

Documental La Guerra dibujada (Xavier Cortés y Amanda Gascó, 2003)

Ver La guerra dibujada

Ver Los niños de Rusia

Historia de España en historiasiglo20.org

España en el primer tercio del siglo XX

España durante el franquismo

Historia de España en Kairos (Bachillerato)

Historia de la segunda guerra mundial

viernes, 11 de febrero de 2011

Los amigos de Mubarak




Dicen que las revoluciones democráticas se extienden por el mundo árabe. Caen  dictadores y obligados por revolucionarias protestas populares, abandonan sus países camino del destierro. A dónde vayan llevarán a buen seguro  sus fortunas y no les faltarán amigos. Sin tener aún la distancia suficiente para entender la naturaleza y significado de unos acontecimientos aún en fase de gestación, estas -aceptemos el término- revoluciones incorporan interesantes interrogantes y novedades en su aparición y desarrollo (¿primera revolución de blogueros?, ¿Una nueva generación de jóvenes desislamizados? ¿Exixten grupos o conspiradores interesados tras la apariencia de espontaneidad?) que el tiempo irá desentrañando. No obstante, hagamos una primera consideración.

En el caso de Mubarak, en sus tres décadas de poder, más que un déspota, da la impresión de haber sido un respetable y admirado Jefe de Estado perfectamente reconocido por unos y otros. Repaso sus fotos: aparece junto a todos los presidentes, jefes de estado y líderes con los que convivió desde 1981: Ronald Reagan, los Bush (padre e hijo, presiento que casi con el Espíritu Santo), Clinton y Obama de los Estados Unidos de América; Giscard, Miterrand,  Chirac y Sarkozy de la República  Francesa; de Thatcher a Blair primeros ministros británicos de la reina Isabel ; Aznar –para Mubarak, un hermano- y Rodríguez,  presidentes de la democracia española, además de su majestad el rey Juan Carlos; Merkel canciller alemana, el sudafricano  Mandela,  Putin, Berlusconi… Y muchos más. Están todos. Pensemos en cualquier líder político internacional, busquemos una fotografía de ambos y ¡zas! casi seguro que aparecen alegres y cordiales. Muchos  abrazan y sonríen con cariño al ahora presidente defenestrada y exiliado. ten amigos para esto. O no era  tan dictador como ahora dicen todos los estadistas de las democracias occidentales o vivimos en un mundo de hipócritas sin rubor ni dignidad, de abrazafarolas como decía aquél periodista deportivo que creó escuela. Son los vientos de la historia , los que llevan del  abrazo al rechazo, de la condena  a  pérfidos dictadores, al aplauso a entrañables aliados o viceversa. Nada nuevo bajo el sol.
Junto al clamor popular de los egipcios por la retirada del poder del “faraón empecinado”, dicen que respira la comunidad internacional, Suiza congela los fondos del tirano -una reacción, sin duda, algo más contundente y oportuna que la que tomó en el caso del expolio nazi- y nuestros mandatarios se alegran de la revolución pacífica y de la transición hacia la democracia. Mubarak y su partido han pertenecido a la
Internacional Socialista –en la que se encuentra, entre otros el PSOE-  hasta que la revuelta popular ha motivado su expulsión, justificada por “el  dramático fracaso del Gobierno egipcio de responder a su pueblo”. A buenas horas, una reacción tan ágil como la del  Vaticano rehabilitando a Galileo, Exactamente en el momento oportuno, ni un minuto antes ni uno después.

Un día histórico y de alegría que también celebra la Eurocámara, nuestro efizaz parlamento comunitario ¿Cuántos líderes demócratas  aconsejaron o presionaron a Hosni para que democratizara Egipto? ¿O es que a los egipcios no les hacia falta democracia alguna hasta ahora? ¿Por qué los benefactores aliados no  han ayudado  a  los egipcios del mismo modo que lo hicieron con los  iraquíes librándoles del sátrapa  Sadam? Porque era su estratégico amigo y aliado en el mundo árabe. Me viene a la memoria las palabras  que se atribuyen al presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt  refiriéndose al dictador nicaragüense Anastasio Somoza: " Puede que sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta"

Celebraremos la ilusión esperanzada de los egipcios por encima de la miseria de los poderosos que conciben el poder como arte de manipulación y engaño oportunista, como fin en sí mismo, sin ética, sin principios, por los intereses creados. Y esperemos que lo que ocurra en Túnez y Egipto no sea ni Teherán 1979 ni  Berlín en 1989, sino Túnez y El Cairo 2010: lo que tunecinos y egipcios quieran libre y pacíficamente, en democracia. Esa democracia que, como  dicen que dijo  Winston Churchill, “es el peor de todos los sistemas políticos, con excepción de todos los sistemas políticos restantes."















Miremos y observemos las fotos, y luego intentemos contextualizar estas palabras de Vargas LLosa.

"El movimiento popular que ha sacudido a países como Túnez, Egipto, Yemen y cuyas réplicas han llegado hasta Argelia, Marruecos y Jordania es el más rotundo desmentido a quienes, como Thomas Carlyle, creen que "la historia del mundo es la biografía de los grandes hombres". Ningún caudillo, grupo o partido político puede atribuirse ese sísmico levantamiento social que ha decapitado ya la satrapía tunecina de Ben Ali y la egipcia de Hosni Mubarak, tiene al borde del desplome a la yemenita de Ali Abdalá Saleh y provoca escalofríos en los gobiernos de los países donde la onda convulsiva ha llegado más débilmente como en Siria, Jordania, Argelia, Marruecos y Arabia Saudí (...) Los países donde ello ha ocurrido padecían dictaduras de decenas de años, corruptas hasta el tuétano, cuyos gobernantes, parientes cercanos y clientelas oligárquicas habían acumulado inmensas fortunas, bien seguras en el extranjero, mientras la pobreza y el desempleo, así como la falta de educación y salud, mantenían a enormes sectores de la población en niveles de mera subsistencia y a veces en la hambruna. La corrupción generalizada y un sistema de favoritismo y privilegio cerraban a la mayoría de la población todos los canales de ascenso económico y social".

Podemos seguir buscando fotos y más fotos en las que líderes de países democráticos comparten alegrías y más cosas con sus colegas oligarcas corruptos. Y me pregunto si no pasará como en el final de la fábula de Orwell, Rebelión en la granja:

"Doce voces gritaban enfurecidas, y eran todas iguales. No había duda de la
transformación ocurrida en las caras de los cerdos. Los animales asombrados, pasaron su mirada
del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo; y, nuevamente, del cerdo al hombre; pero ya era
imposible distinguir quién era uno y quién era otro".


En las  democracia occidentales también necesitamos ciudadanos concienciados, activos, con capacidad de movilizarse y exigentes  con sus gobernantes. Para no morir de éxito, de complacencia y opulencia, para no caer en la indiferencia egoista, para, al menos, no dejarse engañar. Nuestros hijos los agradecerán, nosotros a lo mejor también.