Acabo de leer Adios Cataluña, crónica de amor y de guerra (2007) y he viajado con Albert Boadella hasta los setenta, he descubierto una interesante perspectiva vital y la dignidad del que nada contracorriente haciendo valer sus convicciones y principios morales renunciando a la cómoda postura de plegarse a los poderes establecidos de los "regímenes". Aunque sus críticas a la pseudoprogresía dogmática y al nacionalismo excluyente pueden ser malinterpretadas en cuanto ataque indiscriminado -con algunas consideraciones discutibles, tal vez superficiales- es innegable que surgen de una experiencia vivida que es capaz de comunicar con éxito gracias a una mezcla de ternura amorosa y de humor e ironía combatiente de bufón inteligente y entrañable que muestra la verdad y sinceridad de sus palabras frente a la hipocresía de lo políticamente correcto del poder dominante. Sin duda, no puedo estar más de acuerdo en anteponer el concepto de ciudadano al de nación o tribú, los derechos de las personas a los de los territorios. Recuerdo La increíble historia de Doctor Floit y Mr. Pla que como otras creaciones de Els Joglars se reinterpretan y matizan desde la lectura de este libro.
Acabo también de escuchar algunas de las canciones y ver algunos vídeos del programa. Había una vez un circo en un inevitable arrebato nostálgico tras conocer la muerte de Miliki, el último -sin menoscabo de sus heredereros generacionales- de "los payasos de la tele". Desde la ingenuidad y sencillez de aquellas canciones e historias bondadosas del circo de la tele, no sé bien cómo me ha venido a la memoria el título del libro de Boadella transformado en un Adiós infancia, visualizado en aquellas imágenes en blanco y negro -Navidad de 1974- en los años en que empezábamos a dejar de ser niños y nos adentrábamos en una adolescencia juvenil de recuerdo feliz y triste a un tiempo. La felicidad de haber sido, la tristeza de lo que no volverá a repetirse de lo que se nos fue, de los que ya no están. Es el recuerdo nostálgico de los "babyboomers" nacidos en los sesenta que nos criamos en las contradicciones del fin del franquismo y los comienzos de la Transición
Y así un bufón y un payaso me han hecho viajar en el tiempo y compartir algunas imágenes y palabras a las que cada uno dará dará su significado y despertará emociones y reflexiones desde su única e irrepetible existencia, la que tenemos, la que nos acompaña, la que nos hace seres individuales y únicos, la que nos pide ponernos en el lugar de los demás y buscar compañía para ser felices y ser nosotros mismos como personas y ciudadanos, en el arte, en la cultura, en la vida.
Deformación profesional, traigo a colación este texto de Boadella directamente relacionado con la educación a nuestros hijos de losque nos educamos en aquellos tiempos:
“El amor a los hijos es actualmente un sentimiento blandengue bajo el cual, con la excusa de la responsabilidad, los padres utilizan los retoños para suplir muchas de sus propias frustraciones. Optan por el camino cómodo de no negarles nada a los chavales; ni siquiera les dejan llorar recién nacidos. Están convencidos de que tener un hijo es algo tan insólito y excepcional que, naturalmente, bajo esta óptica ilusoria, los suyos tienen que ser en el futuro los más inteligentes. Partiendo de dicha convicción, los padres la emprenderán con los maestros, en caso de que estos no descubran la preclara dimensión encefálica de los chavales. Si muestran algún problema de adaptación escolar, querrán que su hijo sea declarado, por un psicólogo, niño superdotado, que es ahora una de las maneras de justificar el desbarajuste educativo. Como es natural, con una clientela tan bien dispuesta, proliferan esta clase de profesionales dedicados a explicar lo obvio en términos cifrados. Afortunadamente, la naturaleza restablece sus propios equilibrios y la mayoría de las veces la genética subsana los desastres de tales progenitores."
Albert Boadella en Adios Cataluña, capítulo Amor V.
Texto que automáticamente me lleva a la canción de otro de los iconos de aquellos años de infancia y adolescencia, Serrat y los locos bajitos del maestro Miguel Gila:
Y para acabar el contraste con los locos bajitos que no han tenido la fortuna de disfrutar de nuestras contradicciones y sufren la explotación laboral en los conienzos del siglo XXI
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