Leo que el arquitecto valenciano Santiago Calatrava ha cobrado más de 94 millones de euros por la Ciudad de las Artes y las Ciencias, que a finales de 2009 cobró 2,7 millones de euros por el plan maestro, el anteproyecto y el proyecto básico del centro del Centro de Convenciones en Castellón. También han denunciado que habria cobrado otros 15 millones de euros por proyectar tres rascacielos en el cauce del río Turia en Valencia. Nada se sabe de ellos. El estudio del arquitecto valenciano ha emitido una nota en la que asegura que en todas las obras encargadas por la Generalitat o sus empresas públicas ha facturado cantidades que "están por debajo de los porcentajes medios para proyectos similares en otros países" y, además, considerando que facturaba como arquitecto y como ingeniero, "los importes son incluso modestos" (ver noticia).
El lavabo de Antonio López |
Sigo leyendo. El Ministerio de Fomento firmó en abril de 2010, con José Blanco al frente del Departamento, un contrato por importe de 165.000 euros más IVA (lo que eleva el precio total a más de 190.000 euros) para la realización del retrato de Francisco Álvarez Cascos, último ministro del ramo con el Gobierno de Aznar. El retrato de Cascos duplica el encargo que el Congreso ha hecho al pintos Bernardo Torres para el expresidente de la Cámara José Bono y que costará 82.600 euros (70.000 por el cuadro y 12.600 euros de IVA). El expresidente del Congreso Manuel Marín, más modesto y moderno ha elegido ser retratado Cristina García Rodero, lo que supondrá un desembolso de 24.780 euros por la fotografía. Hay más retratos a precios más asequibles. Antonio López -genial artista- dice no entender las críticas "con la que está cayendo"
No hace falta que caiga nada. Los datos son los datos, las cifras son las cifras. En España hay 137.300 personas con activos financieros de más de un millón de dólares, sin contar primera vivienda y consumibles. Hace cinco años la tasa de paro era del 8%, ahora es casi del 25%. Se acaban de anunciar nuevos recortes salariales a los funcionarios de la Comunidad de Madrid para las pagas que quedan de 2012. Recorte sobre recorte, en nuestra Comunidad somos pioneros obedientes a las consignas del Fondo Monetario Internacional que acaba de recomendar una innovadora respuesta para afrontar los problemas que nos asolan: subir el IVA y bajar el sueldo de los funcionarios públicos. La presidenta madrileña no descarta volver a rebajar el sueldo si el gobierno central lo hace. Nuevo recorte, sobre el recorte del recorte. Y los domingos no se recoge la basura. Las recetas neoliberales del espíritu inmortal de Margaret Thatcher en un libro de cabecera, Los años de Downing Street, una biblia del pensamiento social y económico moderno de nuestros políticos "más avanzados"
La otra presidenta, la del FMI cobra 324.000 euros netos y un suplemento para gastos de representación de 83.760 dólares anuales (58.000 euros), lo que asciende a un total anual de unos 383.000 euros, todos libres de impuestos. Esa partida para sus gastos podrá emplearla sin necesidad de justificarla en forma alguna. Además, su contrato señala que esta cantidad está destinada a que mantenga "un nivel de vida apropiado a su posición como directora gerente". "Se le reembolsarán todos los gastos razonables que haya hecho relacionados con su actividad", dice también el contrato. Por último -afortunada decisión- su sueldo será actualizado cada mes de julio con el IPC anual (¿qué IPC?). Ahora bien, según los términos del contrato, Lagarde deberá tener "los más altos estándares éticos de conducta" y "evitar incluso cualquier apariencia de conducta inapropiada". Esta cláusula parece una velada alusión a su antecesor Strauss-Kahn y tal vez también al profesional de Bankia Rodrigo Rato.
Todo este aburrido batiburrillo de noticias que menta a artistas, políticos, financieros y funcionarios -un cambalache en el que no faltarían clérigos ultramontanos, monarcas despistados o dudosos y despilfarradores magistrados- produce perplejidad y desconcierto. Confieso no entender ni compartir los valores éticos que subyacen tras estas mentalidades y formas de pensar, de gobernar, de sentir de estos y tanto personajes profundamente convencidos de la eternidad, validez y bondad del sistema económico al que hemos llegado tras varios siglos de historia, de este fin de la historia que adelantó Fukuyama (El fin de la historia y el último hombre, 1992).
Aunque más bien a lo que asistimos es al final del Estado del Bienestar, ese invento que buscaba la cobertura para todos de los servicios públicos esenciales para garantizar la justicia e igualdad de oportunidades en cuestiones como sanidad, educación o seguridad. Era un requisito para dar estabilidad a las democracias occidentales de clases medias creadas en la época dorada del capitalismo, la que transcurre entre los años cincuenta y setenta del siglo XX. Y parecía el destino feliz del progreso de la civilización ilustrada. Pero las últimas décadas marcan su retroceso y la crisis actual su fractura. Tal vez, el fracaso se deba a nuestra perversa y débil naturaleza humana, la que nos impidió darnos cuenta de que nuestro bienestar, felicidad y nivel de vida se construía sobre la miseria de la mayor parte de la humanidad. Nada hicimos, no aprovechamos la oportunidad. Y ahora, como siempre, los ricos son más ricos y tienen a su servicio a una selecta y domesticada clientela que les sirve para controlar y dominar las instituciones de los poderes locales, estatales e internacionales. Y no sabemos si es el final o el principio de la historia. O la misma historia de siempre, sin clases medias entre ricos y pobres, entre poderosos y dominados, la historia en la que -utilizando las palabras del sabio principe siciliano- siempre "algo debe cambiar para que todo siga igual".
Pero aún nos queda la esperanza de creer más a Tucídides que a Herodoto, pensar que los acontecimientos no están gobernados por el destino, recuperar la convicción de que "la historia la hacen los hombres y sólo los hombres con sus capacidades y estupideces"
Hoy, para evitar equívocos, habría que actualizar su mensaje añadiendo también a las mujeres, indispensables para recuperar nuestra libertad, para sacar de la pobreza a millones de seres humanos, para no equivocarnos de nuevo.
No se lo que es justo pagar por un retrato, no sé lo que vale una obra de arte ni un proyecto arquitectónico, ignoro la necesidad de esos salarios disparatados y ofensivos de los consejero financieros y bancarios por sus servicios de gestión profesional o política, me sorprende que la separación de poderes y la independencia judicial sea una quimera, no entiendo como los mecanismos de la mano invisible del mercado pueden servir de referencia para una organización social y económica racional, justa y ética... y sólo tengo la firme certeza de en que deberíamos invertir nuestros recursos sociales, lo que cuesta enseñar y el valor esencial e imprescindible de la educación como servicio público para la libertad e igualdad del mañana, para los hijos de nuestros hijos, para que no se acabe el mundo.