viernes, 11 de febrero de 2011

Los amigos de Mubarak




Dicen que las revoluciones democráticas se extienden por el mundo árabe. Caen  dictadores y obligados por revolucionarias protestas populares, abandonan sus países camino del destierro. A dónde vayan llevarán a buen seguro  sus fortunas y no les faltarán amigos. Sin tener aún la distancia suficiente para entender la naturaleza y significado de unos acontecimientos aún en fase de gestación, estas -aceptemos el término- revoluciones incorporan interesantes interrogantes y novedades en su aparición y desarrollo (¿primera revolución de blogueros?, ¿Una nueva generación de jóvenes desislamizados? ¿Exixten grupos o conspiradores interesados tras la apariencia de espontaneidad?) que el tiempo irá desentrañando. No obstante, hagamos una primera consideración.

En el caso de Mubarak, en sus tres décadas de poder, más que un déspota, da la impresión de haber sido un respetable y admirado Jefe de Estado perfectamente reconocido por unos y otros. Repaso sus fotos: aparece junto a todos los presidentes, jefes de estado y líderes con los que convivió desde 1981: Ronald Reagan, los Bush (padre e hijo, presiento que casi con el Espíritu Santo), Clinton y Obama de los Estados Unidos de América; Giscard, Miterrand,  Chirac y Sarkozy de la República  Francesa; de Thatcher a Blair primeros ministros británicos de la reina Isabel ; Aznar –para Mubarak, un hermano- y Rodríguez,  presidentes de la democracia española, además de su majestad el rey Juan Carlos; Merkel canciller alemana, el sudafricano  Mandela,  Putin, Berlusconi… Y muchos más. Están todos. Pensemos en cualquier líder político internacional, busquemos una fotografía de ambos y ¡zas! casi seguro que aparecen alegres y cordiales. Muchos  abrazan y sonríen con cariño al ahora presidente defenestrada y exiliado. ten amigos para esto. O no era  tan dictador como ahora dicen todos los estadistas de las democracias occidentales o vivimos en un mundo de hipócritas sin rubor ni dignidad, de abrazafarolas como decía aquél periodista deportivo que creó escuela. Son los vientos de la historia , los que llevan del  abrazo al rechazo, de la condena  a  pérfidos dictadores, al aplauso a entrañables aliados o viceversa. Nada nuevo bajo el sol.
Junto al clamor popular de los egipcios por la retirada del poder del “faraón empecinado”, dicen que respira la comunidad internacional, Suiza congela los fondos del tirano -una reacción, sin duda, algo más contundente y oportuna que la que tomó en el caso del expolio nazi- y nuestros mandatarios se alegran de la revolución pacífica y de la transición hacia la democracia. Mubarak y su partido han pertenecido a la
Internacional Socialista –en la que se encuentra, entre otros el PSOE-  hasta que la revuelta popular ha motivado su expulsión, justificada por “el  dramático fracaso del Gobierno egipcio de responder a su pueblo”. A buenas horas, una reacción tan ágil como la del  Vaticano rehabilitando a Galileo, Exactamente en el momento oportuno, ni un minuto antes ni uno después.

Un día histórico y de alegría que también celebra la Eurocámara, nuestro efizaz parlamento comunitario ¿Cuántos líderes demócratas  aconsejaron o presionaron a Hosni para que democratizara Egipto? ¿O es que a los egipcios no les hacia falta democracia alguna hasta ahora? ¿Por qué los benefactores aliados no  han ayudado  a  los egipcios del mismo modo que lo hicieron con los  iraquíes librándoles del sátrapa  Sadam? Porque era su estratégico amigo y aliado en el mundo árabe. Me viene a la memoria las palabras  que se atribuyen al presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt  refiriéndose al dictador nicaragüense Anastasio Somoza: " Puede que sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta"

Celebraremos la ilusión esperanzada de los egipcios por encima de la miseria de los poderosos que conciben el poder como arte de manipulación y engaño oportunista, como fin en sí mismo, sin ética, sin principios, por los intereses creados. Y esperemos que lo que ocurra en Túnez y Egipto no sea ni Teherán 1979 ni  Berlín en 1989, sino Túnez y El Cairo 2010: lo que tunecinos y egipcios quieran libre y pacíficamente, en democracia. Esa democracia que, como  dicen que dijo  Winston Churchill, “es el peor de todos los sistemas políticos, con excepción de todos los sistemas políticos restantes."















Miremos y observemos las fotos, y luego intentemos contextualizar estas palabras de Vargas LLosa.

"El movimiento popular que ha sacudido a países como Túnez, Egipto, Yemen y cuyas réplicas han llegado hasta Argelia, Marruecos y Jordania es el más rotundo desmentido a quienes, como Thomas Carlyle, creen que "la historia del mundo es la biografía de los grandes hombres". Ningún caudillo, grupo o partido político puede atribuirse ese sísmico levantamiento social que ha decapitado ya la satrapía tunecina de Ben Ali y la egipcia de Hosni Mubarak, tiene al borde del desplome a la yemenita de Ali Abdalá Saleh y provoca escalofríos en los gobiernos de los países donde la onda convulsiva ha llegado más débilmente como en Siria, Jordania, Argelia, Marruecos y Arabia Saudí (...) Los países donde ello ha ocurrido padecían dictaduras de decenas de años, corruptas hasta el tuétano, cuyos gobernantes, parientes cercanos y clientelas oligárquicas habían acumulado inmensas fortunas, bien seguras en el extranjero, mientras la pobreza y el desempleo, así como la falta de educación y salud, mantenían a enormes sectores de la población en niveles de mera subsistencia y a veces en la hambruna. La corrupción generalizada y un sistema de favoritismo y privilegio cerraban a la mayoría de la población todos los canales de ascenso económico y social".

Podemos seguir buscando fotos y más fotos en las que líderes de países democráticos comparten alegrías y más cosas con sus colegas oligarcas corruptos. Y me pregunto si no pasará como en el final de la fábula de Orwell, Rebelión en la granja:

"Doce voces gritaban enfurecidas, y eran todas iguales. No había duda de la
transformación ocurrida en las caras de los cerdos. Los animales asombrados, pasaron su mirada
del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo; y, nuevamente, del cerdo al hombre; pero ya era
imposible distinguir quién era uno y quién era otro".


En las  democracia occidentales también necesitamos ciudadanos concienciados, activos, con capacidad de movilizarse y exigentes  con sus gobernantes. Para no morir de éxito, de complacencia y opulencia, para no caer en la indiferencia egoista, para, al menos, no dejarse engañar. Nuestros hijos los agradecerán, nosotros a lo mejor también.